"INTERNUS COLLOQUIUM, RECORRIDO PLATÓNICO AGUSTINIANO UNA APOLOGÍA DEL ESPÍRITU"
En el
presente texto que lleva por título, “internus colloquium, recorrido platónico
agustiniano una apología del espíritu”, manifestaré el camino que han seguido
Platón y San Agustín y que a su vez han expuesto, filosófica, metafísica y
teológicamente, en relación a la interpelación del espíritu; en la naturaleza, el conocimiento, la fe, la
razón y el contexto social en el que habitaban , al mismo tiempo evidenciare el
diálogo que establecían interiormente y con el entorno de su respectivo tiempo.
Todo esto es con el objetivo de conocer a través de algunas de las obras y
planteamientos filosóficos de estos pensadores, la fuente y culmen, génesis y
final que ha de tener y llevar el hombre para el conocimiento de la verdad, la
razón y el de su propio yo.
“El alma del que tiene sed, por cuanto que tiene sed, no
quiere otra cosa que beber, y a eso aspira y a eso se dirige”,
En la republica platón
alegóricamente nos da a conocer aquella taciturna y crepuscular situación en la
que el hombre se encuentra ante la falta de luz, una luz de conocimiento y verdad
que le ha sido negada sin apelar a ella, en esta alegoría de la caverna, el
hombre es situado en un panorama casi alterno de lo que en realidad es y se
vive, para este avatar lo que se vive en ese momento es algo prolijo y confuso
al mismo tiempo, pero lo ha anexionado a su realidad, sin embargo al colocarse
fuera de esta realidad a la cual se había establecido, el perplejo y medroso
hombre cree más en lo que ya tenía concebido como su realidad que en lo que se
presentaba a su vista en ese momento, ante el ignoto destello de educación al
cual el hombre se pronuncia al salir de
su penumbra, se ve frágil interiormente, para sostener una nueva postura de
conceptos y pensamientos, pues el contexto a cambiado totalmente para él y lo
que acontece a partir de ese momento será otra vida.
Con esta representación
que Platón nos da, palpamos que el hombre, ese avatar físico del mundo y la
sociedad está encerrado en una caverna interior y que para Platón al igual que
más adelante para San Agustín se encuentra en una constante búsqueda de la luz.
Esta penumbrosa situación que nos es expresada en la alegoría, nos da pie a
establecer la idea que queda clara como el comienzo del conocimiento, la razón
y la verdad, pues antes de la luz tendría que haber existido la oscuridad, para
encontrar la verdad, hay que visualizar el error y para llegar al encuentro de
una filosofía tiene que habitar la concepción de no filosofía, en este proceso
de luz y oscuridad el papel que juega el razonamiento en los caudalosos
pensamientos y los planteamientos filosóficos de Platón y Agustín, como puente
para llegar a un verdadero conocimiento a de ser privilegiado y por el cual solo
se puede llegar a descubrir la ciencia y la verdad, pues de otro modo no se
podría obtener tal galardón.
En el pensamiento agustiniano notamos
que en cuanto a razón corresponde, San Agustín la toma en asociación con la
fe (fides et ratio) y por la cual se ha
de encontrar con un equilibrio espiritual, subsecuente a una estable y
preeminente moral que le ha de permitir un acercamiento con dios. Al visualizar
los puntos de partida que hay entre ambos pensadores para la búsqueda de un
preclaro conocimiento por vías de la razón y la fe, vemos también que la
utilización de la reflexión en Platón y la contemplación para San Agustín es un
método eficientísimo, pues a través de este método escrutaran en ellos y de
ellos parirá la verdad que buscan. La reminiscente postura tomada por Platón
como base de su conocimiento, el protagonismo de sus alegorías y mitos que son
exaltados como imágenes a modo de ayudar a entender que en el hombre reside el
conocimiento y que de alguna manera, se encuentra ya sea dormido, oscurecido o
perdido. Platón nos hace saber que la residencia del conocimiento en nosotros
se encuentra siempre vigente, lo único que debemos realizar mediante la reflexión
es revelarla a nosotros mismos, pues el transcurso de una vida sensible la ha
difuminado nuestro saber mismo, nótese que al hablar de una reflexión, Platón
nos da a saber la importancia del escrutinio, donde en ese proceso de la
interiorización se ha de apelar al espíritu, una esencia si bien invisible para
la lógica Platónica es una esencia que ha de dar cauce y vigor a su
conocimiento, ”No salgas de ti mismo nos dice San Agustín- pues en el interior
del hombre reside la verdad”.
La puesta agustiniana en correspondencia a la
reflexión, se ha de manifestar como una contemplación, una especie de ataraxia,
que otrora grandes filósofos la adecuaran como vehículo de sus posturas
filosóficas, sin embargo la contemplación en San Agustín, es una contemplación
dinámica un proceso de constante lucha interior, puesto que para Agustín además
de estar en busca de una verdad ya sea revelada por sí mismo o por dios, se
encuentra en pugna el equilibrio moral que ha sido fruto de su conversión,
“¿cuándo a Ti llegaremos, fuente de sabiduría y luz que nunca te apagas, que,
ya no por espejo ni en figura, pero cara a cara te veamos?”.
La contemplación
agustiniana ha de ser proyección de una vida de ascetismo y rectitud, en
Agustín observamos que la filosofía que plantea se ha de evidenciar también en
sus actos, si quisiéramos ver un ejemplo del mito de la caverna, que
anteriormente Platón nos representaba, el caso de la vida de conversión de San
Agustín podría ser un prototipo, que nos muestra el proceso cavernoso en el que
se encontraba antes de su conversión el Santo y que al salir de esa penumbra se
ve situado ante una constante lucha de reivindicación de conceptos, tanto
Teológicos, filosóficos, espirituales, morales e incluso físicos en cuanto al
tiempo se refería. Hasta este momento hemos encontrado algunos de los muchos
hilos conductores que da la filosofía platónica avanza a la a agustiniana y a
modo de añadir un hilo más a ese sensible tejido filosófico, metafísico y
teológico del pensamiento de estos dos Insignes hombres buscadores del
conocimiento y la verdad, propondré una vía, que a mi parecer es el motor por
el cual causa tanta atracción la línea de pensamiento tanto de Platón como de
San Agustín, esta vía cuya extensión gramatical es tan corta pero en cuanto
esencia se refiere, envuelve un espacioso sin numero de cuestiones, en relación
al hombre, a dios y la vida misma, en una palestra filosofo teológica y
metafísica, esta vía, es el amor y que en Platón se ve clara al hablarnos de un
intrínseco amor por la razón, amor por la sabiduría, una amor que es tornado en
fuerza dialéctica, un amor que conforme se ve ausente se le es necesario, percibimos
también que este amor se encuentra en la misma línea que la sabiduría pues
entre menos se le tiene más se le necesita, Platón se considera amante de la
sabiduría en tanto filosofo, pues amar es desear el conocimiento, este amor
descrito por Platón en una esencia creadora sin principio ni fin. ¡Oh fuego,
que siempre ardes y nunca te apagas! ¡Oh amor, que siempre estás firmemente
hirviendo! Inflámame.
El impulso que ha de dar el
amor para el establecimiento de la filosofía agustiniana ha de ser irrefutable,
pues por senderos de el se mueve todo su pensamiento, San Agustín evocara al
amor como una potencia del alma y una virtud teologal, en él, arde el deseo de
encontrarse con su creador y redentor, se hace ver amante y amado al mismo
tiempo. Con estas vías del conocimiento que emanan de de ambos pensadores y que
son una suerte de condicionamientos para que se logre a dar su filosofía, vemos
que el reflejo del pensamiento platónico agustiniano conforme a estas vías se
refiere, plantea una porción de similitudes, en este proceso de construcción
del pensamiento, aunado a todo este proceso filosófico, a de resaltar un
peldaño más que tendrá que ser observado concisamente, la duda, esta duda que
en San Agustín se presenta, es una duda vital, una duda existencial, que ha de
acompañar al diligente hombre desde sus comienzos como pensador hasta el
proceso de su conversión, esta acompañante duda en el Santo se ve persistente y
le hace dudar de todas las cosas al punto de creer que el hombre no puede llegar
a comprender ninguna verdad, estas severas dudas son producto no sólo de las
cuestiones naturales o sociales que estaba viviendo si no también son
maquinadas por las dudas teológicas que en el habitan, pues antes de su
conversión, Agustín vivió y bebió de varias corrientes teológicas que le
hicieron despegarse de su primera fe, ideas planteadas sobre la duda, como el
hecho de que si el hombre duda es porque hay existencia y si se manifiesta una
duda ya sea en sueño o despierto representa vitalidad en el hombre, esto es
rastro de que hay algo en el interior de Agustín que está en dinamismo, esta
misma duda a de revelar verdades absolutas, la duda que de la misma existencia
hay será resuelta también para Agustín, después de de estos procesos interiores
y personales, es hora de salir fuera y para estos dos protagonistas ha de
evidenciarse en el hombre como tal y el hombre en sociedad, por su parte Platón
manifiesta estas dudas metafísicamente al tratar de comprender el porqué del
comportamiento del hombre, sus cambios constantes, la razón de la sinrazón que
el hombre está viviendo y en donde está viviendo.Situémonos en el tiempo de Platón una
Atenas gobernada más por el placer que por la justicia, un contexto de cambios
y como lo dice él mismo estamos viviendo en un mundo de corrupción, Platón como
idealista de un mundo de justicia y armonía, no toleraría esto, busca un cambio,
pero ese cambio ha de venir por la razón, el examinar y un mirar cara a cara la
realidad y a esto surgirá algo que nos remembrara el titulo de este texto,
Platón pondrá cómo proceso para llegar a una libertad y un correcto gobierno la
apelación del alma, una defensa del espíritu, “. Existe una función del alma
que ninguna otra cosa de las que existen puede cumplir, como el dirigir, mandar,
deliberar y todas las cosas de esa naturaleza gobernar. ¿Es justo atribuir esas
funciones a otra cosa sino al alma?”
Sin duda el alma será una
bandera que caracterizará la metafísica del sabio ateniense, habrá un alma
buena y un alma mala dirá Platón, y la justicia será la virtud de el alma buena
y la injusticia un vicio del alma mala, al plantear esto nos dirá también a
manera de sentencia; “En consecuencia, el alma justa y el hombre justo vivirán
bien, y el hombre injusto, mal."
Está apología del alma que
hace Platón despierta el espíritu impetuoso por corregir la ciudad inicua que
veía en su momento, esta alma a la que se apela en el hombre ha de tener un proceso de purificación, para
que pueda como dice Platón en la republica, representar la esencia liberadora
de justicia y del buen gobierno de uno mismo, hay bondad y maldad en el alma,
virtudes y vicios, que llevan al hombre a vivir bien o vivir mal y claramente
lo percibimos ante esta exégesis y a todo esto obtendremos un resultado a esa
bondad y a esa maldad por parte de este pensador ateniense, que si bien no la
toma tan profundamente o dándole el debido valor teológico que por otra parte
San Agustín si le daría y que inclusive el Santo elaborara métodos para llegar
a ese estado privilegiado, Platón si lo proyecta como el resultante o
consecuente de una vida justa o injusta, y que en el Eutifron se tocara como
tema constantemente “donde quiera que se encuentre lo justo allí está lo santo,
y si donde quiera que se encuentre lo santo allí está lo justo”.
En cuanto al alma el bien y el mal, la
línea de pensamiento agustiniano nos demuestra que está interesada por el
destino de la misma y la naturaleza del mal, San Agustín utilizara como medio
para evidenciar la inmortalidad del alma, primero la fe y luego al razón, en
cuanto razonablemente se expresa inmortal, se le agrega la fe, el hombre está
compuesto tripartitamente dice Agustín, por cuerpo, alma y espíritu, esta alma
principio vital y por la cual el cuerpo es dotado de movimiento a de encontrar
un principio y fundamento al cual debe girar y por el cual debe de tener vida,
así este concepto de alma tendrá otro valor entonces para San Agustín un valor
el cual será optimo para su ultimo fin, tanto colectivamente como personal, que
es el encuentro con dios y la búsqueda y llegada a la ciudad celestial como lo
presenta muy enérgicamente en la ciudad de dios y como lo entona el evangelio
“su reino no tendrá fin” .En la ciudad de dios, San Agustín tendrá que apelar
no sólo a su propia alma sino a un puñado de almas, la situación que ha de
vivir esta ciudad Romana, ha de ser de caos, lucha y paganismo, como en su
tiempo lo fue la Atenas de Platón, esta ciudad se posiciona ante una
encrucijada, elegir un camino al cual debe tornar, el camino que hasta ese
momento estaban llevando, de una vida mundana, velica, de injusticias y
excesos, que Agustín la llamara la ciudad terrenal o un vida de armonía,
hombres justos, paz y bienestar social, a la cual San Agustín nombra la ciudad celestial.”Todo
el uso de las cosas temporales en la ciudad terrena se refiere y endereza al
futuro de la paz terrena, y en la ciudad celestial se refiere y ordena al
futuro de la paz eterna”.
Plasmado está en la ciudad
e dios la justificación racional que nos ha de hacer entender el por qué de una
diligente vida y la comprensión de que como hombres de razón también tenemos un
alma racional, la comparación que se hace es con los animales, pues como seres
irracionales, solo buscan la paz del cuerpo, el disfrute, la quietud y descanso
de los apetitos, descanso de la carne y la abundancia de los deleites, para que
la paz del cuerpo aprovechara la paz del alma, sin embargo para una alma
racional como la del hombre la vía que ha de seguir se puntualiza de forma muy
distinta, “Pero como el hombre posee alma racional, lo sujeta a la paz del alma
racional, para que pueda contemplar con el entendimiento, y con esto tenga una
ordenada conformidad en la parte intelectual y activa la cual había mencionado
era la paz del alma racional”
Esta apología del alma que nos han
dado estos dos grandes filósofos y que por parte también de ambos se hacen
valer de la razón para evocar a este sensible, invisible, inmutable y casi
místico espíritu interior, a manera de reflexión nos invitan al encuentro de
nuestro propio yo, el no desbordarnos, si no entrar en nosotros mismo, que no
es otra cosa si no la escucha atenta de lo que nos dice nuestro entorno y a
través de ello buscar la verdad y la quietud del alma, para que con ello
encontremos una estabilidad moral y un buen gobierno de nosotros mismos. En
este breve recorrido platónico agustiniano nos dimos cuenta del reflejo en
pensamiento que hay por parte de estos dos grandes hombres. También pudimos
notar los hilos conceptuales que Iván tejiendo sus planteamientos y que fueron
de gran ayuda para la adquisición de una idea de lo que del alma es en nosotros
y su defensa a la cual apelar para la búsqueda de la verdad que reside en
nosotros.
A manera de conclusión; este proceso
apologético del espíritu, a de sembrar en nosotros el deseo de búsqueda por la
verdad, si así se quiere un encuentro con una vida equilibradamente moral y la
conducción de un alma racional para que descanse en una paz racional, estas
posturas, pensamientos filosóficos y alegorías que fueron redactados en el
presente texto, con relación a la concepción del alma por parte de Platón y de
San Agustín, son una suerte de imágenes al igual que la imagen que nos fue
presentada por Platón en el mito de la caverna y con el mismo fin el de
evidenciar que también nosotros tenemos una caverna interior y que ya sea
encadenados o no, al percibir que hay una radiante luz fuera de ella nos
atemoriza el salir para buscar la verdad una verdad que puede dar sentido a lo
que en sombras veíamos o puede terminar descontextualizando los conceptos y
pensamientos que hasta entonces tenemos, esta salida y encuentro con esa luz ha
de ser inevitable tarde o temprano, pero si por senderos de la reflexión,
discernimiento o en su caso la contemplación queremos salir en busca de esa
luz, que por mucho tiempo sólo nos refleja sombras seguramente que aunque esa
luz sea muy intensa y nos pueda confundir en determinado momento al final la
verdad surgirá y las cadenas de la ignorancia se romperán, probablemente en ese
camino podamos a lo lejos vislumbrar esa ciudad que el santo de Hipona tantas
veces idealizó.